Es el único resto que nos queda del desaparecido Palacio del duque de Medinaceli. Está situado en el cruce de las calles San Roque-Abadía y San Cristóbal y forma parte de la plaza de la Iglesia.
La inexistencia de datos sobre este palacio y sobre la torre nos priva de saber la fecha de su construcción, sólo disponemos de fechas paralelas que nos pueden dar un poco de luz: en 1520, posiblemente, ya estaba construido el palacio, porque el virrey de Valencia, don Diego Hurtado de Mendoza, forzado por los acontecimientos de la revuelta de la germanía pernoctaba en casa del sr. Baltasar Vives, señor de El Verger, lo que supone la existencia de una casa con unas mínimas defensas; en 1580 el marqués de Dénia compraba, o mejor expropiaba, en vista del pliego desarrollado entre 1563 y 1580, el sr. Joan Girona Vives el pueblo de El Verger, anexionándose a Dénia.
A falta para que, de fechas sobre la torre, habrá fecharla a partir de sus características arquitectónicas: la inexistencia de ventanales apuntados o geminados y de aspilleras; la existencia de cuatro matacanes, uno por fachada, elementos de defensa vertical, bien propios de construcciones defensivas de los siglos XIII-XIV, pero que su construcción en torres perdura hasta principios del siglo XVIII y la existencia de dos troneras, lo que supone un uso de la pólvora, nos permite aventurar su construcción hacia mediados del S. XVI, este tipo de construcción comienza a finales del S. XV y perdura hasta principios del S. XVII.
La torre presenta una planta cuadrangular, con la base escarpada, que sólo se conserva en la fachada de la calle Abadía. En el interior presenta cinco salas de 4 x 4 m2 aproximadamente, aunque originariamente sólo se disponía de cuatro. Este interior está totalmente remodelado, con un cambio en los forjados, lo que es evidente en la cuarta planta donde subsisten las señales originales del forjado y desaparición de la sala abovedada de la 1ª planta de la que sólo quedan los arranques de la bóveda, definiendo -se en su espacio dos nuevas salas de menor altura. La planta baja, con funciones de almacén, debería estar cercada, tipología muy frecuente en las torres.
En la actualidad se accede al interior por la calle San Cristóbal y por el edificio continuo, todo en la planta baja, el acceso original que aún perdura, si bien tapado y enmascarado, está configurado por un arco de medio punto en el exterior y con bóveda rebajada en el interior, al que se accedería por medio de un pequeño puente levadizo o por una escalera de madera fácilmente desmontable.
La torre no tiene aberturas hasta la planta tercera, donde aparecen dos troneras en las fachadas norte y oeste, enmarcadas en el exterior con sillares de tosca; en la cuarta planta hay cuatro matacanes, construidos en sillares de tosca y dos ventanas con poyos laterales, también en las fachadas norte y oeste, las únicas que daban al exterior del Palacio.
El edificio está construido con mampostería caliza asentada con mortero de cal, con elementos estructurales más importantes o significativos, cantoneras, portal de acceso, troneras, matacanes, ventanas, y parte de la fachada oeste de sillería de sarro. La cubierta, de principio de siglo, es de una teja árabe a cuatro aguas, de construcción posiblemente idéntica a la original, no hay que descartar que esta fuera plana.
La concepción de la torre es exenta, con defensa en la última planta por las cuatro caras, pero es de suponer que por la fachada este estaba adosada al palacio, como nos lo indica la ausencia de sillares de tosca en la cantonera norte- este hasta la mitad, espacio que no tiene aberturas. Estos hechos y el acceso para la primera planta hacen de la torre último reducto defensivo del Palau y al mismo tiempo elemento de defensa del conjunto.
La torre está en la actualidad protegida por el «Decreto del 22 de abril de 1949, sobre Protección de castillos españoles» (B.O.E. 5 de mayo de 1949), que protege globalmente toda la arquitectura militar. A principios de la actual década el Ministerio de Cultura inició la incoación del expediente para la declaración monumental, sin que en la actualidad se tenga ninguna noticia, si bien cualquier día se puede materializar su aprobación.
No hay duda de que estamos ante el edificio más representativo del pueblo y con más carga histórico-artística.